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Arepas Crudas

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Y la carne se hizo verbo

Dance diagram - Andy Warhol Quien mejor define los misterios del lenguaje es el apóstol Juan en su evangelio: “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Es sano pronunciar todas las mañanas esta breve oración, así nos prepararemos para invocarla al enfrentar la muerte, ese paso que sugiere, con su carga de enigma y carencia de testigos, que al morir la carne y los huesos retornan a la eternidad del verbo hasta perderse en un archipiélago cada vez más silencioso. El medio por el cual el verbo se hace carne es el lenguaje. Solo un lenguaje capaz de unir los extremos del verbal espíritu y de la carnal materia será capaz de lograr una trasmutación tan prodigiosa (aunque pocas veces advertimos eso que llamamos “encontrar la palabra”). No es casual que para satisfacer nuestra manía de separarnos de los otros animales usemos esa facultad como prueba irrebatible. Para los enamorados no siempre es fácil verbalizar su amor y sus deseos de poseer. Aún hoy, a más de dos mileni

La cosa

I Los libros de Cioran deberían tener una advertencia en la portada semejante a las cajas de cigarrillos: “Estas elucubraciones pueden afectar seriamente su sistema nervioso”, acompañada de la foto de un insomne con un libro en la mano y un botellón de melatonina en la otra. El filósofo Emil Cioran nació en Rășinari, un pueblo de Transilvania, la llamada “tierra más allá del bosque”, donde hacía de las suyas el conde Drácula. Su apellido tiene un son de antibiótico. 500mg de Cioran (lo que pesan un par de hojas de uno de sus libros) puede hacerte hipersensible al dolor o un incurable crónico. Para ir entrando en calor, aquí les va una de sus píldoras: No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos minan meticulosamente como el tiempo.  No estoy tan de acuerdo. Prefiero los males tolerables a los violentos. Andar en un carro al que le falla la batería es menos gra

La ciudad de las guacamayas

El título de esta entrega podría ser también “la Cucópolis de las nubes”, pues ya Aristófanes, en su comedia  Las Aves , le dio ese nombre a una ciudad creada por pájaros entre la tierra y el firmamento. En otra traducción la llaman “Nubesculandia”, más fácil de pronunciar y recordar. Para la ilustración he elegido una página del libro  Aves de Venezuela , realizado por William H. Phelps y Rodolphe Meyer de Schauensee. Estoy intentando escribir una serie de ensayos sobre imágenes que nos asoman a la esencia de Caracas y las guacamayas se han convertido en las principales protagonistas de nuestros cielos. La labor de observar las aves, clasificarlas y dibujarlas, ha generado este libro hermoso, indispensable, fundacional. La página que aquí incluimos ilustra el capítulo de las guacamayas, las cotorras, loros y pericos. Algunos de los nombres científicos son sugerentes. Hay guacamayas  militaris  y  severas , cotorras  tumultuosas , pericos  sordidus , loros  mercenarios  y  f

Olga, Eva y Lilith

Lilith, por John Collier, 1887 Olga La girondina Madame Roland, poco antes de inclinar su cabeza en el cepo para ser guillotinada, exclamó: “¡Oh Libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”. La culta Madame Roland ha debido incluir al Paraíso en sus últimas palabras, un mito con más víctimas e historias, comenzando con la de Adán y Eva. Hice esta reflexión después de ver la película  Paraíso , de Andrei Konchalovsky. Trata del insólito reencuentro en un campo de concentración entre Olga, una aristócrata rusa acusada de proteger en París a unos niños judíos, y Helmut, un oficial de la SS que pasó de estudiar e idolatrar a Chejov a entregarse con erizada pasión a la causa del nazismo. Olga y Helmut van por turnos narrando la historia de sus vidas. Aparecen vestidos con una especie de pijama blanca, sentados ante una mesa, como declarando ante un tribunal celestial y dejando claro que ya están muertos. Se conocieron y enamoraron en Italia, cuando Europa comen

Sobre la naturaleza de nuestra destrucción

Toda naturaleza es un arte, que desconoces, Todo azar, una dirección, que no puedes ver;  Toda discordia, una armonía, no comprendida;  Todo mal parcial, un bien universal;  Y, a pesar del orgullo, y el despecho de la razón errada, Una verdad es clara. Lo que es, tiene razón de ser. Alexander Pope, 1773 Encontré estas seis líneas de este poema de Pope por casualidad. Estaba escribiendo sobre la arquitectura en el Caribe de Francisco Feaugas y me había llamado la atención su descripción de cómo inicia sus diseños:  —El Lugar me va convocando y dirigiendo los pensamientos que irán dando forma a la casa. Comencé entonces a buscar literatura sobre la idea de la naturaleza como punto de partida y llegué a la poesía de Alexander Pope. Alexander Pope era  hijo de una rica familia católica, una minoría religiosa perseguida por la Iglesia de Inglaterra, al punto que el poeta nunca pudo entrar a una universidad ni ejercer cargos públicos. De niño tuvo una especie d